viernes, 31 de julio de 2009

La ciencia imaginaria por Bruno Estañol




El libro de Oscar de la Borbolla, La ciencia imaginaria, es un libro imaginario. Pone en acción ese mecanismo misterioso que es la base de la creatividad humana y que hemos convenido en llamar imaginación. A mí me interesa indagar en los mecanismos creativos de los narradores. Cuando De la Borbolla me dio el título de su libro le contesté que era tautológico. En efecto toda ciencia es imaginaria porque las hipótesis que generan los experimentos son producidos por la imaginación. La construcción de modelos de la realidad que llamamos teorías son también generadas por la imaginación. No está de más anotar que son sólo aproximaciones a la realidad y en ese sentido también son imaginarias. Los textos que componen La ciencia imaginaria son, ciertamente, ejercicios de la imaginación o ejercicios en lo imaginario, pero estas frases no dicen nada o casi nada sobre la extraordinaria actividad mental que ha generado estos textos. Indagar en esos mecanismos mentales, es probablemente un intento vano, pero que sin duda me interesa. Los textos fantásticos mexicanos son escasos, en contraste con los textos de los autores sudamericanos. Aunque los cuentos de Oscar de la Borbolla son fantásticos, porque se alinean entre esa Borrosa frontera del sueño y la realidad no son fácilmente clasificables. La estructura de los cuentos es la siguiente: un apócrifo científico mexicano, que pertenece sin duda a la categoría de "mad scientist" inventa o propone un objeto o una hipótesis extravagante. Esa hipótesis puede parecer a primera vista un "exercise on futility" pero por algún mecanismo misterioso, revela algo profundo o tal vez oculto de la realidad. He dudado en cómo llamar estos ejercicios. Una aproximación que quizás haga algo de justicia a estos cuentos desaforados, sea el de experimentos mentales. La palabra experimento mental viene del alemán Gedankenexperimenten y ha sido actividad predilecta de los físicos y de los filósofos. Baste recordar los experimentos mentales de Einstein, de Schrödinger y de los filósofos William Molyneux y de Etienne Bonnot de Condillac. Los cuentos de Oscar de la Borbolla están escritos en una prosa precisa y elegante que a veces traiciona su formación filosófica en general y epistemológica en particular. Los héroes de la ciencia imaginaria son epistemólogos disfrazados de científicos. Aceptan que la realidad es más compleja que lo que imagina la ortodoxia. Saben que muchas teorías de la llamada ciencia normal son tan difíciles de probar como las que ellos proponen.
Los héroes de La ciencia imaginaria son:
--Dos neurocirujanos belgas, de apellidos ingleses, James King Loder y John Miller Review, a quienes se debe el maravilloso método de transfusión de recuerdos. Quisieron intercambiar sus memorias, pues cada uno había estado siempre enamorado de la esposa del otro.
--Los médicos mexicanos Israel Murguía López y Josefina Santibañez de Murguía. Recibieron medio millón de dólares por sus estudios en lunarología: ciencia que consiste en determinar con "relativa exactitud los años que vivirá una persona, computados a partir del número de lunares que posea".
--El narrador anónimo que encuentra unas gafas estéticas que corrigen o atenúan la fealdad del mundo.
--Javier Esparza, de 42 años, a quien su mujer y su amante le asestaron simultáneamente sendos elíxires d' amore con la consecuencia funesta de una fiebre estrábica de amor.
--La nueva tienda de mascotas que hace de los animales, otrora más feroces, mansos domésticos y que pone en peligro de extinción a los animales salvajemente libres.
--El señor Mario Melkin, otorgador del curso de educación del sueño, llamado Paideia Onírica y quien receta el mantra infatigable e infalible Torondó, spok, lalá.
--Los anónimos y geniales compatriotas, con una prolija y brillante trayectoria, que inventaron o descubrieron la regresión genética y la posibilidad de invertir la flecha termodinámica del tiempo hasta llegar a la posibilidad de convertirse en niños chicos o hasta en fetos.
--El innombrable, gran asesino, que nació para ser homicida.
--El doctor Gerardo Trueba López, que inventó: "una especie de osciloscopio que registra el aura" de las personas no se sabe con qué propósitos.
--El doctor Arturo Slim Conde, infatigable simplificador de ideas complejas y una amenaza para la literatura.
--El doctor Guzmán López quien descubrió que quienes duermen a la izquierda mueren antes que sus compañeras de lecho: 95 de cada 100.
"Al narrador le está permitiendo conocer la fábula pero no la moraleja", la cita es de Borges y revela algo muy interesante sobre el proceso creador. Implícito está que la literatura, y en particular la narrativa, no se hace para probar, demostrar o enseñar algo. También que la narrativa no es creada por un proceso puramente intelectual o deliberado. La mayoría de los temas narrativos se le imponen al autor de una manera involuntaria. Por eso es que la tesis de la "memoria involuntaria" de Proust sigue siendo la mejor para aproximarse al misterio de la creación literaria. Si no me equivoco demasiado, Oscar de la Borbolla tiene varios "ghost writers" que le dictan sus ficciones desde algún lugar remoto de su inconsciente. Lo que los psicoanalistas llaman "proceso secundario", es decir, su racionalidad, las organiza en limpias estructuras sintácticas y semánticas. Oscar de la Borbolla es un loco organizado. O tal vez De la Borbolla no existe sino que es un ectoplasma que cobra vida en la corporeidad de sus personajes. Lo que sí sé es que su literatura desemboca en un ataque feroz contra las convenciones y lugares comunes.
Los hombres y mujeres de todos los tiempos no quieren ser engañados ni tampoco que les digan la verdad. Queremos vivir con nuestras ilusiones y verdades a medias. Las ilusiones son mentiras a las que nos aferramos para que el mundo no nos aplaste. Como Flaubert, como Voltaire, como Swift. Oscar de la Borbolla nos muestra a nosotros mismos, sin el ropaje de las ilusiones y sin la máscara de la cordura.

Revista Siempre!, octubre 3 de 1996.

sábado, 11 de julio de 2009

Entrevista a Lauro Zavala acerca de Óscar de la Borbolla


Entrevista de Nancy Sánchez con el Dr. Lauro Zavala

10 de julio de 2009


1.- ¿Cómo conoció al filósofo y escritor Óscar de la Borbolla?
En 1991 coincidimos en una mesa de discusión sobre cuento mexicano en el Museo Nacional de Arte, convocada por el IFAL, la UNAM y la Dirección de Literatura del INBA. De esa mesa se derivó un número monográfico de la revista del IFAL, Alfil, con colaboraciones nuestras, de José Agustín y de otros escritores mexicanos. En esa mesa hablé sobre la importancia de la ironía en el nuevo cuento mexicano, y comenté entre muchos otros, los textos de Las vocales malditas (1988) y Ucronías (1990). Al terminar la mesa él se presentó conmigo e intercambiamos correos electrónicos.

2.- ¿Hace cuánto tiempo son amigos?
En 1993 se publicó el primer volumen de la serie antológica Teorías del cuento (UNAM), donde incluí un artículo suyo. Este artículo es el único de la serie que tiene sentido del humor (son más de 120 poéticas personales del cuento en los primeros 3 volúmenes, que se acaban de reimprimir en 2009, es decir, 16 años después). Óscar participó en la presentación de este primer volumen en la Feria del Libro del Palacio de Minería de ese mismo año. Y en muchas ocasiones coincidimos en la librería Gandhi, donde empezamos a conversar sobre los proyectos de escritura en los que trabajaba cada uno. En algún momento incluí algunos de sus cuentos en diversas antologías, y reseñé algunos de sus libros. Y él empezó a participar en la presentación de algunos de mis libros. También él me ha invitado a dar alguna charla en sus cursos de la ENEP Acatlán. Así que nos hemos frecuentado durante casi veinte años. Cuando nos encontramos (en ocasiones con nuestras respectivas compañeras), la conversación casi siempre trata sobre cuentos y películas, y sobre las condiciones de la vida académica en el país (tema sobre el cual sólo se puede conversar en serio con un buen amigo).

3.- ¿Han trabajado en algunos proyectos juntos?
Sí. El que más aprecio es el que se derivó del Primer Congreso Internacional de Minificción, que organicé en 1998 en la Casa del Libro de la UNAM. Ahí él leyó un estupendo texto, que incluí como prólogo en el volumen Relatos vertiginosos. Antología de cuentos mínimos (Alfaguara, 2000). Este volumen ha sido reimpreso por la SEP en un tiraje de más de 40,000 ejemplares, y se distribuyó en todas las escuelas del país.

4.- ¿Cómo definiría a Óscar de la Borbolla como persona y como escritor?
Creo que Óscar es un escritor con una personalidad literaria muy bien definida. En muchos sentidos me recuerda la visión de Woody Allen y el estilo de Enrique Jardiel Poncela, pues tiene preocupaciones filosóficas muy profundas, y logra darles forma con un sentido de la ironía que es muy gratificante y nada previsible. Y como persona, es muy generoso, y siempre está de buen humor. Creo que es una presencia muy positiva en la literatura en lengua española.

5.- ¿Conoce su trabajo, qué le parece?
Lo que más aprecio son sus cuentos, pues considero que la novela es un género secundario, que se deriva del cuento (en general). Los cuentos de Óscar exploran las posibilidades de la metaficción y la metalepsis, es decir, la yuxtaposición de planos ficcionales y la tematización del acto de leer y escribir. Creo que sus cuentos son muy originales, pues a la vez que la estructura es muy compleja, sin embargo el lector tiene la sensación de estar conversando con el autor. Esta impresión de naturalidad es lo más difícil de lograr en la escritura metaficcional, y sólo unos pocos escritores lo logran. Aquí pienso en los mejores cuentos de Asalto al infierno (1993) y El amor es de clase (1994).

6.- ¿Ha leído algunos libros del escritor, qué opina de ellos, cuál le ha gustado más?
He leído todos sus libros, y he publicado reseñas de casi todos ellos. Me sigue sorprendiendo la perfección del monólogo central en el cuento “Los locos somos otro cosmos”, de Las vocales malditas (1988), al que descubrí en Gandhi en una edición del autor. La defensa que ahí se hace del derecho a ser diferente (en este caso, el derecho a la locura) no sólo es muy convincente, sino que adquiere un tono poético que no encuentro en los poetas profesionales. Ese fragmento es una minificción por derecho propio, y le dediqué un capítulo en mi tesis de doctorado sobre narrativa posmoderna en El Colegio de México.

7.- ¿Conoce a su familia, qué opina de ella?
Sí, claro. He reseñado algunos libros de la escritora Beatriz Escalante, incluyendo las ficciones súbitas de El marido perfecto. Ella ha organizado algunas reuniones con escritores y artistas en su sky garden, a las que asisto con mi compañera para conversar sobre diversos asuntos que nos interesan a todos. Creo que esta red de amigos es una especie de familia informal, creada por elección.

8.- ¿Cuáles considera que son algunos defectos y virtudes del escritor Óscar de la Borbolla?
En realidad sólo trabajo con textos que me despiertan entusiasmo. Así que en el trabajo de Óscar como escritor veo la conjunción de la filosofía con el humor reflexivo; la presencia episódica de la poesía; una vocación didáctica y un impulso por entender la dimensión moral de la condición humana, y por ofrecer una mirada imaginativa y lúdica. ¿Qué más se podría pedir a un escritor?

9.- ¿Podría mencionarme algo que le guste y algo que le disguste al escritor?
Creo que disfruta la reclusión y el silencio, pero también conversar y tener amigos. Y creo que le disgusta el desaseo moral de la vida política en el país, y la indiferencia gubernamental ante las necesidades de la comunidad artística y académica.

10.- ¿Podría contarme alguna anécdota que hayan pasado juntos, o alguna anécdota que el escritor le haya contado?
En la Feria del Libro del año pasado presenté un libro suyo, y antes de la presentación se le acercó una señora a la que él no conocía, que le dijo: “Me gusta mucho lo que usted hace”. Y desapareció. Entonces Óscar me dijo: “Seguramente nunca me ha leído”, pues sin duda era una espectadora de televisión que sólo lo ha conocido en la pantalla.

11.- ¿Actualmente se frecuentan?
Sí, claro. Lo acabo de encontrar hace unos días como parte del jurado del premio internacional de cuento, con Guillermo Samperio, en la Biblioteca Isidro Fabela. Y estamos en comunicación por internet, y a veces por teléfono.

12.- ¿Desea agregar algo más?
Estoy orgulloso de decir que soy amigo de Óscar de la Borbolla.

Currículum Vitae de Óscar de la Borbolla



NOMBRE COMPLETO


Óscar Ernesto de la Borbolla y Rondero









ESTUDIOS



LICENCIATURA EN FILOSOFÍA: Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) entre los años 1970 y 1974. Promedio en la Licenciatura: 9.3. Fecha del examen profesional: 17 de junio de 1977, aprobado con Mención Honorífica con la tesis: Prolegómenos a una Ontología de la Muerte. (Este estudio forma parte de mi libro La muerte y otros ensayos publicado por la UNAM en 1992).

MAESTRÍA EN FILOSOFÍA: División de Estudios Superiores de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM entre los años 1975 y 1977. Promedio en la Maestría: 10.

DOCTORADO EN FILOSOFÍA: Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación de la Universidad Complutense de Madrid, España, durante 1983 y 1984. Tiempo en el que estuve becado por el Instituto de Cooperación Iberoamericana del Gobierno Español para hacer estos estudios. Promedio en el Doctorado: Sobresaliente. Actualmente soy Pasante y desarrollo la tesis doctoral: Superación y Nihilismo en Nietzsche. (La primera parte de esta tesis: “Introducción a la Filosofía de Nietzsche”, fue publicada por la UNAM en 1991, como un avance de investi­ga­ción en el libro Cuaderno de Investi­gación 15.


EXPERIENCIA PROFESIONAL

Siempre he trabajado como Profesor de Filosofía en la UNAM y obtenido mis nombramientos a través de concur­sos de oposi­ción: comencé en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM en 1973 como Profe­sor Ayudante nivel “A”, auxiliando al doctor Eduardo Nicol en la cátedra de Metafísi­ca (trabajé durante seis años bajo la supervisión de este desta­cado filóso­fo.

Desde 1978 soy –en la Facultad de Estudios Superiores, Acatlán de la UNAM– Profesor de Carrera de Tiempo Completo, Titular del Área Metafísica y Ontología.

A lo largo de mis años de docencia universitaria, he impar­tido distintos cursos, algunos de ellos son: Seminario de Platón, Seminario de Poesía y Filosofía, Seminario de Leibnitz, Seminario de Heidegger y la asignatura Ontología.

*De 1992 a 1999 fui profesor del Taller de Lectura Crítica en la Escuela de Escritores de la Sociedad General de Escritores de México (SOGEM).

*Eventualmente soy jurado de concursos literarios y coordino talleres de narrativa organizados por instituciones públicas y privadas mexicanas (Universidades, Casas de Cultura, CONACULTA, INBA, etc.).

*He dictado innumerables conferencias en instituciones culturales en México, España, Estados Unidos, Canadá, Panamá, Cuba, Uruguay y Brasil.


PUBLICACIONES


LIBROS

1.- Vivir a diario, Secretaría de Educación Pública, colec­ción Piedra de Toque, México, 1982. (Cuen­to).

2.- Los sótanos de Babel, Secretaría de Educación Pública, colección Letras Nuevas, México, 1986. La edición corregida y aumentada fue publicada por Times Editores, México, 1998. Actualmente una edición corregida se encuentra en la editorial Nueva Imagen, colección "Biblioteca Óscar de la Borbolla", México 2007. (Poesía).

3.- Las vocales malditas, edición de autor, México, 1988. Fue también publicado por la editorial Joaquín Mortiz, colección Serie del Volador, México, 1991. Actualmente, una edición corregida y aumentada, se encuentra en la editorial Nueva Imagen, colección “Biblioteca Óscar de la Borbolla”, México, 2001. (Cuento).

4.- Ucronías, editorial Joaquín Mortiz, colección Serie del Volador, México, 1989. (Periodismo ficción).

5.- Nada es para tanto, editorial Joaquín Mortiz, colección Novelistas Contemporáneos, México, 1991. La nueva edición fue publicada por la Editorial Nueva Imagen en la colección “Biblioteca Óscar de la Borbolla”, México, 2001. (Novela).

6.- Introducción a la filosofía de Nietzsche, Escuela Nacional de Estudios Profesionales, Acatlán, UNAM, colección Cuadernos de Investigación número 15, México, 1991. (Ensa­yo).

7.- La muerte y otros ensayos, Escuela Nacional de Estudios Profesionales, Acatlán, UNAM, colección Cuadernos de Inves­tigación número 18, México, 1993. (Ensayo).

8.- Todo está permitido, editorial Planeta, colección Narrativa 21, México, 1994. La nueva edición fue publicada por la editorial Nueva Imagen en la colección “Biblioteca Óscar de la Borbolla”, México, 2002. (Novela).

9.- El amor es de clase, editorial Joaquín Mortiz, colección Cuarto Creciente, México, 1994. La nueva edición corregida y aumentada lleva por título Dios sí juega a los dados y fue publicada por la editorial Nueva Imagen, México, 2000. (Cuento).

10.- La ciencia imaginaria, editorial Selector, colección Aura, México, 1996. (Periodismo ficción).

11.- La historia de hoy a la... mexicana. Grupo Editorial Planeta, colección México Vivo, México, 1996. (Cartas ficticias).

12.- Filosofía para inconformes, editorial Nueva Imagen, colección “Biblioteca Óscar de la Borbolla”, México, 1996. (Ensayo, aforismo, fábula, diatriba, monólogo, etcétera).

13.- La vida de un muerto, editorial Nueva Imagen, México, 1998. (Novela).

14.- Las esquinas del azar, Colección Biblioteca del ISSSTE, México, 1998. (Antología personal de cuentos).

15.- Dejé mi corazón en Humanguillo, Secretaría de Desarrollo Social, México, 1999. (Crónica).

16.- Asalto al infierno, editorial Nueva Imagen, México, 1999. (Cuento).

17.- El ajonjolí de todas las soluciones, Secretaría de Desarrollo Social, México, 2000. (Crónica).

18.- Manual de creación literaria, editorial Nueva Imagen, colección “Biblioteca Óscar de la Borbolla” México, 2002. (Análisis literario).

19.- Instrucciones para destruir la realidad, editorial Nueva Imagen, colección “Biblioteca Óscar de la Borbolla” México, 2003. (Periodismo ficción).

20.- La risa en el abismo, editorial Nueva Imagen, colección “Biblioteca Óscar de la Borbolla” México, 2004.

21.- La rebeldía de pensar, editorial Nueva Imagen, colección “Biblioteca Óscar de la Borbolla” México, 2006.


PRESENCIA EN ALGUNAS ANTOLOGÍAS

1.- Cuentos Esperante, Antólogos Dr. Edgardo Pantigoso y Dr. Battista Galassi, Departamento de Lenguas Extranjeras y Literaturas, Northeastern Illinois University y Editorial Univer­sitaria Centroamericana, EDUCA, San José de Costa Rica, 1986. (Incluye mi cuento "El Canto de las Sirenas").

2.- Los cimientos del cielo, antología del cuento en la ciudad de México, Antólogos: Paulo G. Cruz y César Aldama, Editorial Plaza y Valdés, México, 1988. (Incluye mi cuento "Las esquinas del azar").

3.- Los siete pecados capitales, Editorial Dirección General de Publicaciones del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA), México, 1989. (Incluye mi cuento "Manual de Luju­ria").

4.- El muro y la intemperie, el nuevo cuento latinoamerica­no, Antólogo Dr. Julio Ortega, Ediciones del Norte, Hanover, USA., 1989. (Incluye mi cuento "Los Locos Somos Otro Cosmos").

5.- Pismo, Revista de Literatura de Belgrado, Yugoslavia, 1990. (Incluye tres de mis cuentos traducidos al idioma serbio por la maestra Dubravka Suznjevic: "Las Esquinas del Azar", "Pueblo de Junio" y "La Infancia Interminable).

6.- Poesía y teatro de Letras Nuevas, Antólogo Carlos Mapes, Dirección General de Publicaciones del CONACULTA, México, 1990. (Incluye los poemas I, III, V, IX y XIV de mi poemario Los sótanos de babel).

7.- La palabra y el hombre, cuentos mexicanos de hoy, Antólogo Vicente Francisco Torres, Edición de la Univer­sidad Veracruzana, Xalapa, México, 1991. (Incluye mi cuento "La Emanci­pación de los Locos").

8.- De surcos como trazos, como letras, antología del cuento mexicano finisecular, Antólogo Héctor Perea, Dirección General de Publicaciones del CONACULTA, México, 1992. (Incluye mi cuento "¡Llueve sangre!").

9.- New Writing From Mexico, Antólogo Reginald Gibbons, TriQuarterly Books, Northwestern University, Evanston, Illinois, U.S.A. 1992. (Incluye mi cuento "The Emancipation of the Luna­tics", traducido por Mark Schafer).

10. La Cervantiada, Antólogo Dr. Julio Ortega, Ediciones Libertarias, Madrid, España, 1993. (Incluye mi cuento "Informe Ucrónico").

11.- Legítima defensa, Antólogo Gabriel Zaid, Editorial Vuelta, México, 1993. (Incluye mi cuento "Huelga de Escritores").

12.- Teorías de los cuentistas, Antólogo Dr. Lauro Zavala, Difu­sión Cultural de la UNAM y Universidad Autónoma Metropolitana, México, 1993. (Incluye mi ensayo "La carnalidad del cuento").

13.- La palabra y el juego, el nuevo cuento mexicano, Antólogo Dr. Lauro Zavala, Universidad Nacional del Estado de México, Toluca, México, 1993. (Incluye mi cuento "Los locos somos otro cosmos").

14.- Nouvelles Mexicaines D'aujourd'hui, Antólogo y Traductor Louis Jolicoeur, Les éditions de L'instant Même, Québec, Canada, 1993. (Incluye mi cuento "Le parapluie de Wittge­nstein").

15.- Atrapados en la Escuela, cuentos mexicanos contemporáneos, Antóloga Beatriz Escalan­te, Editorial Selector, México, 1994. (Incluye mi cuento “Yo la Maté”).

16.- Cuentos eróticos mexicanos, antóloga Beatriz Escalante, Editorial Selector, México, 1995. (Incluye mi cuento "Los Teléfonos Eróticos").

17.- El cuento mexicano, homenaje a Luis Leal, antóloga Dra. Sara Poot Herrera, Edición de la Universidad de California de Santa Bárbara y Difusión Cultural de la UNAM, México, 1996. (Incluye mi cuento “Dios sí juega a los dados”).

18.- Tres candidatos en busca de una ciudad, antólogo José Luis Trueba Lara, Editorial Cuatro Vientos, México, 1997. (Incluye mi ensayo “El apocalipsis ha comenzado”).

19.- Del cuento y sus alrededores, antólogos Carlos Pacheco y Luis Barrera Linares, Monte Ávila Editores Latinoamericana, Venezuela, 1997. (Incluye mi ensayo “La carnalidad del cuento”).

20.- Antología del cuento latinoamericano del siglo XXI, las horas y las hordas, antólogo Dr. Julio Ortega, Siglo Veintiuno Editores, México, 1997. (Incluye mi cuento “Aventura en la tumba”).

21.- Cuentos sobre el cuento, (Volumen 4 de la serie Teorías del Cuento), antólogo Dr. Lauro Zavala, Dirección de Literatura de la UNAM, México, 1998. (Incluye mi cuento “El telescopio de Escher”).

22.-Guía del nuevo siglo, antólogo Dr. Julio Ortega, Editorial de la Universidad de Puerto Rico, Puerto Rico, 1998. (“Incluye mi cuento “Manifiesto ontofóbico”).

23.- Bestiario contemporáneo, antólogo Juan Manuel Gómez, CONACULTA/IPN/UAM, México, 1999. (Incluye mi cuento “El animal ucrónico”).

24.- Homenaje al lápiz, antóloga Bertha Cuevas, CONACULTA/Museo José Luis Cuevas, México, 1999. (Incluye mi cuento “El sacapuntas ucrónico”).

25.- José Luis Cuevas visto por los escritores, antólogo Eduardo Cabrera, Ediciones El Tucán de Virginia, México, 2000. (Incluye mi cuento “Metamorfosis de José Luis Cuevas”).

26.- Relatos vertiginosos, antólogo Dr. Lauro Zavala, Editorial Alfaguara, México, 2000. (Incluye mi cuento “Minibiografía del minicuento”).


PERIÓDICOS

Desde 1973 hasta la fecha publico de manera eventual poemas, cuentos y ensayos en distintos periódicos, algunos de los cuales han sido: El Día, El Nacional, Unomásuno, La Jornada y Excélsior.

De 1983 a 1984 escribí en el suplemento dominical "México en la Cultura", del periódico El Nacional, la columna de cuentos filosóficos denominada "Reflexiones en el Sueño".

De 1985 a 1997 escribí en la Sección Editorial del periódico Excélsior una columna de humor negro y ficción denominada "Ucronías".


REVISTAS

Desde 1974 He publicado ensayos, cuentos y poemas en distin­tas revistas, algunas de las cuales son: Plural, revista cultural del periódico Excélsior; Revista de la Universidad, revista de la UNAM; Los Universitarios, revista de la Dirección de Literatura de la UNAM:Episteme, revista de filosofía del Instituto Politécnico Nacional;Alfil, revista de literatura del Instituto Francés de América Latina; Multidisciplina, revista de la ENEP, Acatlán, UNAM; Siempre!, revista de análisis político y cultura; Blanco Móvil, revista independiente de literatura. Cultura Urbana, Revista de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.*En Plural (revista mensual) escribí la columna "Ucronario" entre 1987 y 1990. En Siempre! (revista semanal) escribí la columna "Ontofo­bias" entre 1989 y 1992.


RADIO

En Radio Educación (1,060 de Amplitud Modulada) hice la adaptación radiofóni­ca de mi libro Ucronías para el progra­ma semanal "Ucro­nías Radiofónicas" que se transmi­tió durante 1987 y 1988. Fue una serie de humor negro y perio­dismo ficción que constó de 100 progra­mas.

En Radio Trece (1,290 de Amplitud Modulada) escribí y leí el texto de comenta­rio político y cultural de mi programa diario: "La Carta Radiofónica" que se transmitió de 1994 a 1996. Algunas de estas cartas fueron recogidas en mi libro La historia de hoy a la... mexicana.


TELEVISIÓN

En Proyecto 40, de la cadena Televisión Azteca, participo desde febrero de 2006 en el noticiario que se transmite de las 14 a las 15 horas, los lunes, con una cápsula de opinión, y también de manera eventual, los miércoles o los viernes, en el programa de debate "Pensar México” que se transmite de las 15 a las 16 horas y que conducen Andrés Roemer y Carolina Rocha.


BECAS

Beca del Instituto de Cooperación Iberoamericana del Gobier­no de España para realizar estudios de Doctorado en Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid. Periodo 1983-1984.


PREMIOS LITERARIOS

Obtuve la Mención Honorífica correspondiente a México en el Concurso Internacional de Cuento Esperante 1985, convocado por la Northeastern University of Chicago con el cuento: "El canto de las sirenas".

Obtuve el Premio Internacional de Cuento Plural 1987, convocado por la revista Plural del periódico Excélsior con el cuento "Las esquinas del azar".

Obtuve el Premio Nacional de Humor, La Sonrisa 1991 por mi novela Nada es para tanto, convocado por la Academia Mexicana del Humor.

Fui Finalista del Premio Internacional de Novela Planeta 1994, con mi novela Todo está permitido, convocado por la Editorial Planeta México.

martes, 7 de julio de 2009

Entrevista con Mario Casasús



“El entender debe extenderse”

Por Mario Casasús


México, DF.- El poeta, narrador y filósofo Oscar de la Borbolla (1955) se inició en la literatura mexicana con Vivir a diario (1982); Los sótanos de Babel (1986) y Las vocales malditas (1988) ilustrado por el cotizado pintor José Luis Cuevas; lo peculiar es que cada cuento, incluía una vocal, 60 páginas para cinco capítulos: Cantata a Satanás; El hereje rebelde; Mimí sin bikini; Los locos somos otro cosmos y Un gurú vudú. En entrevista para El Clarín.cl de la Borbolla revela la angustia, su metodología, las dolencias y desvelos que lo orillaron a escribir.
Fuma como sentenciado a muerte, recupera el ritmo de la charla, a fuerza de sorbos de café; rodeado del pintoresco barrio de Coyoacán, lo interrumpen sus anónimos vecinos, que reconocen y felicitan al escritor; hablamos por horas de José Luis Cuevas, José Revueltas y Neruda; a Óscar de la Borbolla el movimiento estudiantil de 1968 lo pilló en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, solía hacer guardia nocturna -durante la huelga universitaria- con el escritor José Revueltas, entre teoría marxista, leían Los versos del capitán Ñeruda (el lugar de la Ñ corresponde al compañerismo); con la masacre del 2 de octubre en Tlatelolco, entró en una paranoica espiral y como diría Jaime Sabines para aliviar “a los que se han intoxicado de filosofía” la luna y sus constelaciones en nuestro párpado izquierdo. La editorial mexicana Nueva Imagen (sello que llegó a contar en su catálogo con Julio Cortázar y Mario Benedetti, en las décadas de 1970, hasta fines de los 90) actualmente publica la Biblioteca Óscar de la Borbolla para un total de 11, de sus 22 libros; es autor, sólo por mencionar algunos, de: La rebeldía de pensar (2006); La risa en el abismo (2004); Instrucciones para destruir la realidad (2003); Manual de creación literaria (2002); El ajonjolí de todas las soluciones (2000); Asalto al infierno (1999); La ciencia imaginaria (1996); Filosofía para inconformes (1996); Todo está permitido (1994); La muerte y otros ensayos (1993) y del clásico –que ya superó los 100,000 ejemplares vendidos- Las vocales malditas (1988), para muestra un retoño monovocálico con la E, de El hereje rebelde: “…dejen de temerle, el Jefe es endeble, depende de creer, de tenerle Fe… ¡El presente es del Rebelde! Él es terrestre, es el envés del Jefe. De Él es ese “dejen de depender”, ese “mézclense”, ese, “bésense”, ese, “deséense”. El entender debe extenderse…” o con, Los locos somos otro cosmos: “…Doctor, los locos sólo somos otro cosmos, con otros otoños, con otro sol. No somos lo morboso; sólo somos lo otro, lo no ortodoxo. Otro horóscopo nos tocó, otro polvo nos formó los ojos…”

MC.- ¿A qué edad disipó sus dudas por ser escritor? ¿Cuándo se percató de la conspiración de las vocales y la imaginación?

OB.- Vengo de una familia desintegrada, cuando yo tenía 5 años, a mi madre le dio una embolia, entonce me pasaba, desde los 6 años, leyéndole poemas –era su lazarillo- por desatención abandoné la escuela en el segundo año de primaria y cuando finalmente repararon en mí, ya estaba grandote para inscribirme en primer grado –además no tenía certificado escolar - y en la primaria Coyoacán decidieron pasarme hasta sexto grado –como ya daba la edad y no había espacio en cursos inferiores ahí me quedé. En la secundaria me anoté en un plantel vespertino de Polanco –con puros malandrines- ya en la adolescencia tenía un gusto por la lectura y escritura y me ganaba en el receso una torta a cambio de un acróstico, me volví el poeta del recreo. Para cuando entré en la ‘Preparatoria 5’ hacía poemas más o menos en forma y tuve de maestra a Helena Beristáin, experta en filología de la UNAM y autora del Diccionario de retórica y poética (Editorial Porrúa; 1998), ella me daba consejos. Postulé a la carrera de Filosofía en la UNAM y mi gusto por la literatura se desvió, llegué a ser ayudante del filósofo Eduardo Nicol, una vez graduado entré como profesor de ontología en la UNAM (Campus Acatlán), sí escribía, pero sólo los borradores de mis clases y ensayos filosóficos para congresos. Conseguí una beca para estudiar el doctorado en la Universidad Complutense de Madrid –nunca asistí a clases, era pésima la enseñanza- en el invierno de 1984 me quedé sin cobrar mi beca en España, se me ocurrió que la única forma de sobrevivir era haciendo poemas en las banquetas de La Puerta del Sol, junto a los ambulantes que pintan, yo escribía mis poemas, todos se paraban a ver los trabajos pictóricos de mis vecinos, pero de paso leían mis poemas sin pena ni gloria, hasta que un día escribí un poema rentable, de tipo monovocálico.

MC.- ¿El antecedente de Las vocales malditas?

OB.- Sí, era un soneto, octosilábico. Incluso, en el libro que te digo: Diccionario de retórica y poética (1998), la doctora Beristáin describe el concepto hipograma y me cita; da el nombre de muchos autores que se han dedicado a sustraer una letra, después me enteré que Rubén Darío escribió un cuento sólo con la vocal ‘A’

MC.- David Huerta hace hincapié en lo multivocal del seudónimo “Rubén Darío” y en los nombres de “Artemio Cruz” y Raúl Godínez, el común denominador es que cada uno tiene todas las vocales ¿cómo prescindir de ellas?

OB.- Me pareció que el soneto debería padecer de anemia y resultó muy eficaz, cuando le notaban la gracia, me pasaban un duro o una peseta, de ese poema viví un buen rato. Llegaba, lo escribía con tiza en la banqueta madrileña cada mañana y me retiraba a leer.

MC.- ¿Cómo concibió Las vocales malditas? ¿hizo la lista y después cada cuento?

OB.- Es un desmadre, son cuentos hechos a la antigüita, mira, cuando regresé de España, ya había pasado dos años de vago, conocí toda Europa, sólo iba a cobrar la beca cada mes a la Complutense, como había estudiado 7 años filosofía muy a fondo, los profesores de la Complutense eran todavía del bando franquista, neotomistas; cuando yo llegué a España con el estreno de corrientes filosóficas que ya se leían en México –a Foucault, de hecho Heidegger ya había pasado de moda en la década de 1980 en la UNAM-, mis profesores madrileños me tenían un miedo espantoso, cuando vieron la oportunidad de deshacerse de mí, les pedí un primer permiso para hacer un viaje a Marruecos, dijeron todos los profes: ‘usted es un estudiante muy aventajado ‘sudamericano’, está exento, no vuelva’ (risas) tenían la idea de que todos somos ‘sudamericanos’, no volví nunca a la escuela. Al regresar a México, con esa cantidad de paisajes, volver a un cubículo de la UNAM, fue vivir en la claustrofobia, entonces comencé a escribir Las vocales malditas, obvio por el cuento de la ‘A’ de la manera más rudimentaria, con lo que se fue ocurriendo con puras palabras con ‘A’ salió un cuento amoroso, y tenía el prejuicio de darle unidad al libro, y meterle tema amoroso al cuento de la ‘E’ la palabra obligada era: ‘querer’ sólo que lleva la ‘U’ aunque fuera muda, yo quería un cuento puro, hice muchas paráfrasis con ‘E’, párrafos que no prosperaban; la dificultad me obligó a ser más metódico; conseguí un diccionario, lo leí completito, hice conjugaciones verbales, hacía listados de sustantivos, verbos y todos los días leía mi glosario, como si aprendiera japonés y me esforzaba en hablar con una vocal, después de meses de pelear con el universo de la ‘E’ un día hice un hallazgo formidable, que había un binomio de palabras: ‘Jefe y Rebelde’ pararrayo semántico de la ‘E’ vi que sí se podía contar una historia de rebeldía y fue cuando recordé el momento más extraordinario de la rebeldía humana, el desacato del Diablo, el segundo momento es la expulsión de Adán y Eva. La otra cosa fue La Torre de Babel, que es todo un símbolo de rebeldía.

MC.- Para usted, el sótano (tanto el mítico de Babel como el azteca del Templo Mayor) tiene una lúgubre connotación ¿cómo logra la convalecencia literaria que lo hace escribir tal desahuciado desde Los sótanos de Babel?

OB.- Soy un resiliente, como la infancia fue muy aciaga, la enfermedad de mi mamá no solamente la postró; tenía estenosis mitral, es una falta de ajuste con una válvula del corazón que provoca grandes desgracias, por lo menos se debió morir clínicamente unas 6 o 7 veces, yo era un chamaco de 10 años, salía a buscar una ambulancia, estaba en contacto estrecho con la muerte. Por alguna casualidad en mi casa –que habían pocos libros- encontré el Álbum del corazón de un poeta maldito mexicano Antonio Plaza –de la época de Amado Nervo, Díaz Mirón, Manuel Acuña, pero ellos son románticos- el tipo era terrible, una base de mi visión negra del mundo, anárquica, escéptica y atea, se la debo a Antonio Plaza. Como mi mamá no me podía arrebatar el libro con los poemas malditos, terminó por darle risa. Después descubrí a los poetas malditos franceses; también fui lector de los anarquistas, en particular de Kropotkin (La conquista del pan) a Bakunin (Dios y el Estado) si te fijas el cuento de la letra E, de Las vocales malditas, es la misma idea de Bakunin que presenta al Diablo como el primer libre pensador, mi cuento dice: “…dejen de temerle, el Jefe es endeble, depende de creer, de tenerle Fe… ¡El presente es del Rebelde! Él es terrestre, es el envés del Jefe. De Él es ese “dejen de depender”, ese “mézclense”, ese, “bésense”, ese, “deséense”. El entender debe extenderse…

MC.- ¿Por qué Los sótanos y no las imaginarias terrazas o los jardines colgantes de Babel?

OB.- Ah, se debe a un maldito aforismo de Kafka, que dice: ‘como no nos fue permitido construir La Torre de Babel, cavamos su pozo’...

MC.- Volviendo al sótano náhuatl del Templo Mayor ¿La ucronía lo alejó del periodismo formal?
OB.- La primera Ucronía que publiqué fue en el periódico Uno más uno (1982), cuando estaba como subdirector Miguel Ángel Granados Chapa, trataba de un manejo extraño con el tiempo, en lugar de sacar un artículo, publicaba las reacciones de los lectores del supuesto reportaje, en lugar de la causa, los efectos del artículo. Escribí una segunda colaboración, se la llevé a Granados Chapa y me la regresó diciendo que yo era un iconoclasta, como ya tenía la idea de hacer parodias, se me ocurrió inventar un poeta llamado ‘Pablo Ñeruda’, que había escrito un libro titulado ’20 poemas de alcohol y una canción desafinada’ y en el poema ‘Vientre’ decía: ‘La misma colcha que hace crujir los mismo catres, nosotros los de antorchas ya no somos ni cuates’ no le gustó para nada a Granados Chapa (risas). La idea de la Ucronía ya la tenía y se la ofrecí –en 1985- al escritor René Avilés Fabila (director del suplemento El Búho), y el primer artículo que publiqué en Excélsior, era una convocatoria para suicidios novedosos, las bases de un concurso –igual que en literatura- sólo que acá el jurado estaba compuesto por médicos forenses de reconocido prestigio. La idea suscitó todo tipo de reacciones, a partir de ahí comencé a publicar Ucronías de forma irregular, hasta que un día el Excélsior redujo la sección cultural y salimos muchos (1986), después pasé a la sección editorial –aunque escribía ficción- en un vespertino (Últimas noticias) y regresé con las Ucronías a Excélsior de 1988 a 1996. Lo más serio que hice como periodista, fue en Radio 13, había una barra de noticias de 5am a 11am, yo tenía una cápsula, que consistía en una Carta abierta a un político, mis comentarios estaban enmascarados con el humor negro recalcitrante, cuando recuperé aquellas notas –más de 500, en dos años trabajando para Radio 13- seleccioné los que todavía tenían un significado y de las que compilé para mi libro La historia de hoy a la mexicana (1996), sólo sirvieron 53, el resto era periodismo pasajero, como decía Borges ‘el que envejece al día siguiente’ qué cosa tan vieja es lo del periodismo.

MC.- ¿Hay quien pueda reconocer el camuflaje de sus cuentos? ¿alguno nos llevaría a trozos de una autobiografía? En resumen ¿existe un cuento que le haya sucedido de forma literal?

OB.- La única parte autobiográfica de un cuento, viene en Asalto al infierno, un capítulo que se llama Viajes de transgresión, yo invito al lector a que me acompañe con la imaginación, a echarnos una canita al aire. En mi cuento lo llevo a un casino, y es verdad ahí gané tres veces consecutivas la ruleta; después de que estuve con mi poema en La Plaza del Sol, abrieron las oficinas y pude cobrar la beca, me fui a Lisboa al Casino de Estoril, por suerte aposté a la ruleta, gané, me distraje, se quedó ahí el monto y volví a ganar dos veces consecutivas, después de estar muerto de hambre en las calles de Madrid, obtuve 270 mil escudos, era un montón de plata, me fui de luna de miel con mi esposa a la punta occidente de Portugal en Cascais.

MC.- Ahora que la menciona ¿permite que su esposa la escritora Beatriz Escalante revise los manuscritos e inéditos de usted? y viceversa ¿usted ha editado algo de ella? ¿cómo es un matrimonio de escritores contemporáneos?

OB.- Escribimos cosas muy distintas, cuando la conocí, ella estaba estudiando un doctorado en Ciencias de la Educación en la Universidad Complutense, recuerdo que hacía obras de teatro, y era bailarina de folklore –del ballet de Amalia Hernández- escribíamos en las tardes, cada quien sus monsergas, nos las enseñábamos y criticábamos y así de manera natural, sin estar convertidos en escritores, sólo teníamos la inclinación a escribir juntos, hasta que ella se dedicó al estudio de la gramática, evidentemente le muestro mis cuentos, porque cuando uno termina de escribir algo, no tiene los ojos limpios para descubrir los errores, hacemos lo mismo uno con el otro.

MC.- ¿Por qué es exacerbadamente autorreferente su Manual de creación literaria? se trata de ¿evasión al pago de derechos de autor? y ¿cómo es la pedagogía en tiempo real con los pibes de la UNAM?

OB.- En la carrera de Letras, tengo un curso que es Introducción al pensamiento filosófico, lo que hago es seleccionar algunas novelas que tienen un trasfondo filosófico, desmonto los aspectos técnicos literarios. Una novela a la que recurro es Niebla de Miguel Unamuno, que es un juego de autorreferencia, en el que el personaje se le presenta en el despacho a Unamuno y discute con él. Estos juegos, que técnicamente son de metadiégesis, con construcción abismada, se los analizo, en el significado del ente de ficción. Niebla es de las primeras novelas que se escribieron casi en un 100% sin narrador, es puro diálogo y monólogo interior. Otro libro básico es mis cursos es La rebelión de los ángeles de Anatole France, en que un muchacho recibe de herencia una biblioteca, pero sin hacerle mucho caso, vive disipadamente, una vez se presenta su ángel de la guarda, diciéndole que ha leído toda su biblioteca y que salió de su engaño, pues quien creía que era Dios es un cacique del universo, y se le revela con otros ángeles anarquistas en París. Regresando a tu pregunta, absolutamente fue para ahorrarme el pago de derechos de autor, tenía un montón de autores con los cuales demostrar las ideas de mi Manual de creación literaria, pero no me quedó más remedio que recurrir a mí mismo –cobraban muy caro, al punto que mi editor dijo que el libro era incosteable- haz cuentas: 10,000 dólares por un cuento de Marcel Aymé (El hombre que atravesaba las paredes), otros 10,000 dólares por reproducir un cuento de Julio Cortázar (Continuidad de los parques), originalmente mencionaba cuentos de Borges, Piglia, Chejov. No fue egolatría.

MC.- Finalmente, en el marco de su libro Filosofía para inconformes ¿Qué hacer contra el caótico México emPANizado por neoliberales y sus poderes fácticos?

OB.- Estoy tan disgustado con todo, vivimos en un mundo sofocado por culpa de que nadie piensa, por todo lo que los grandes medios de comunicación reiteradamente repiten. Si hay un panista en el poder –el espurio Felipe Calderón-, es porque no se recuerda al imbécil anterior -Vicente Fox-, este libro de La rebeldía de pensar, es un manual, en cuanto comienzas a relacionar las fatalidades históricas, desencadenas un proceso que te hace crítico.


Fuente: El Clarín, Chile, 4 de mayo de 2008.

La vida de un muerto, por Adriana Paulina Fabián Méndez



Universidad de Guadalajara, CUCSH, Licenciatura en Letras Hispánicas.


El mito del doble que camina en La vida de un muerto de Oscar de la Borbolla


Por Adriana Paulina Fabián Méndez


Si algo ha distinguido al escritor mexicano Oscar de la Borbolla (México, D.F.; fecha imposible de precisar) de sus contemporáneos, es su originalidad aguzada por un alto sentido de lo absurdo, que lo ha llevado a construir piezas narrativas únicas por su complejidad estructural y semiótica. En ese caso se encuentran los cuentos de minificción de Las vocales malditas que fueron construidos a partir de la técnica llamada lipograma, que literalmente significa pérdida de letras (Beristáin, 2001: 303), y a través de la cual de la Borbolla creó cinco relatos utilizando sólo una vocal para cada uno.La obra de Oscar de la Borbolla mantiene, por un lado, una estructura siempre innovadora y aunque complicada, limpia y certera, y por el otro, ostenta un contenido profundo con implicaciones generalmente ontológicas, sociales, políticas y filosóficas (recuérdese que nuestro autor es Doctor en filosofía por la Universidad Computense de Madrid). Para ejemplificar esta premisa presentó a continuación un breve análisis de su última novela publicada hasta el momento La vida de un muerto (1998)La historia comienza con un hombre mediocre que cansado de pasar desapercibido ante todos, decide terminar con su vida decorosamente. Pero mientras espera que los barbitúricos hagan su trabajo, una copa de coñac y algunos buenos recuerdos lo persuaden de seguir aquel lapidario camino. Benito Correa celebró el regreso a la vida tan escandalosamente que fue llevado a la delegación. Y es allí donde comienza la transformación, pues cansado de ser el don- nadie Benito Correa y seguro de que sus desdichas se relacionan con su nombre y su gris existencia, se inventa una nueva vida acompañada de un nuevo nombre: hace creer a sus compañeros de celda que es Tony Lugano, el gran Tony Lugano, capo de la mafia y jefe del Cartel Mexicano. Benito cuenta con detalles la historia de una vida improvisada (como Lugano, claro) sin sospechar siquiera que la realidad superaría su ficción.En La vida de un muerto Oscar de la Borbolla crea (no recrea) la génesis y regeneración de un imperio, el del narcotráfico en México (o en cualquier otro país, a decir verdad) a través de historias paralelas que se desprenden de mundos ficticios inventados por el personaje de Benito Correa. Estas historias tienen su punto de enlace en la materialización de las anécdotas secundarias (que poco a poco ganan fuerza e importancia en la historia) dentro de las que participan los personajes que emergen en primera instancia de la imaginación de Benito Correa, pero que sin duda existían ya en la realidad del mundo de ficción ideado por de la Borbolla.Siguiendo esta misma línea, y apoyada en la teoría psicoanalítica del doble que se desprende del mito alemán del doppelgänger (el doble que camina) y que postula que todo ser vivo tiene, en algún lugar del mundo, otro doble de sí mismo, de apariencia idéntica, pero con un carácter siempre opuesto al de su doble, presento a continuación un breve estudio de los personajes de la novela La vida de un muerto.A partir del romanticismo, el doble ha constituido también un recurso literario importante gracias al cual es posible fractalizar los relatos a través de la proyección iterativa de un mismo personaje en diferentes espacios pero de manera simultánea. Para ello, los escritores han empleado motivos tan variados como la sombra, el reflejo de los espejos, los gemelos idénticos o el paralelismo sueño- vigilia, logrando así estimular la vertiente psicológica de las novelas, enriqueciéndolas además en anécdotas y tensiones narrativas.Desdoblar a los personajes no es tarea sencilla, incluso para un narrador consumado como lo es de la Borbolla -reconocido por su gran capacidad tanto de síntesis como de distensión- construir un laberinto de personajes y salir de él sin perderse en el intento es una empresa complicada. Sin embargo, lo que logra hacer con los personajes es una hazaña al más puro estilo creacionista. Pues aunque se vale de una situación extraída de la realidad inmediata como lo es el problema del narcotráfico, no lo reproduce sino que lo inventa y en el proceso logra crear un mundo tan absurdo que al lector no le resulta difícil asumirlo como verídico.Es momento de ingresar al laberinto, pero antes, hagamos como Ariadna y extendamos un hilo que nos conduzca sin peligro al interior del imbricado universo borbollano. Este hilo conductor, el generador de mundos paralelos dentro de la novela es, como ya lo sospechará el lector suspicaz, el mediocre Benito Correa, quien comienza el laberinto desdoblándose a sí mismo en una personalidad totalmente opuesta: así emerge Tony Lugano.(…) Y contra los barrotes de la celda, sudoroso y magullado, sintió que renacía, porque si había decidido quitarse la vida, bien podía quitarse de esa vida cuya lógica lo había conducido al suicidio. (…) Así, decidió asumir como propio el primer nombre que le viniese a la cabeza e inventarse una historia congruente con su actual circunstancia: la cárcel.Me llamo Tony Lugano, le dijo al maleante que había iniciado la trifulca (…) (p. 11)Tony es un personaje construido al estilo de la novela picaresca, con enormes semejanzas a la leyenda de la literatura norteamericana, Billy the Kid: a las ocho semanas de edad Lugano se había convertido en narcotraficante circunstancial; a los doce, era ya un ladrón consumado y jefe de una pandilla. A esa misma edad (que es el punto de referencia del pasado al que el narrador volverá una y otra vez) conoce el placer enajenante del sexo y se hace de su primer (y más fiel) enemigo: Roque Segal, un niño de su edad, huérfano y pobre, que pertenecía a la misma pandilla.La figura que los enfrenta, pero que al mismo tiempo los enlazará hasta el día en que se encuentran y mueren es Laura, una mujer que, durante el asalto a un banco y como parte de la estrategia, Roque decide adoptar como su madre. Pero Tony, desesperado por pasar corriendo al siguiente escalón de la vida precoz, la escoge como su gurú, su guía de sexo. Con todas las hormonas de sus doce años, Tony la desea, la compra, la posee y retiene como suya hasta que Laura muere (el mismo día de su boda). Incluso cuando consiguen una doble para suplantar a la original en el altar, las diferencias se desvanecen en un santiamén:El apremio era tanto cuando por fin llegaron las lauras que la elección tuvo que recaer en la primera que llenó el vestido, y fue un acierto, pues bajo el velo de novia, la falsa Laura se parecía más a la Laura verdadera que bajo las sábanas de la agonía, la Laura verdadera a sí misma.(…)Así como Laura, todos los personajes en la novela son pieza intercambiables; serán el miedo, el deseo o el rencor de los circundantes lo que facilitara la construcción y reproducción de los impostores, sin que ninguno se moleste en reclamar las diferencias. Tal vez esta sea la razón por la que el narrador nunca abunda demasiado en las descripciones físicas, pues evita así la individualización de cualquier carácter. De todos ellos se sabe sólo detalles vagos como el color del cabello o de los ojos, su edad aproximada, su profesión y sus habilidades, rasgos que bastan para superponer encima de ellos otros personajes pasajeros sin identidad propia que asumen la vacante.El tiempo y el espacio que operan dentro de la novela son también un elemento fundamental en el proceso de desdoblamiento. Y es que ¿de qué otra forma sería verosímil la idea de cientos de Tonys, de un laberinto de tonys falsos que ocultan al verdadero, sino es porque se tiene todo el mundo para ubicarlos? El espacio en la novela es entonces directamente proporcional a la fractalidad de los personajes.Por otro lado, el tiempo transcurre de manera intermitente entre el presente de Benito Correa (que sirve para abrir y cerrar el relato), la historia de la infancia de Tony y Roque, el presente de Tony y Roque -que es también el presente de Correa y que incluye a todo el universo de tonys falsos- y los saltos a acontecimientos inmediatamente posteriores a una acción presente.De acuerdo a la clasificación hecha por Samuel Gordón (1989: 21), podría decir que el tiempo que opera en La vida de un muerto es un tiempo con pliegues y alternancias, es decir, la temporalidad funciona con relación a historias paralelas con tiempos diferentes que se intercalan sucesivamente; cuando las dos historias se juntan, entonces sucede un pliegue.En nuestro texto, el pliegue ocurre cuando en su desesperada lucha por encontrar a su acérrimo enemigo Tony, Roque Segal (fingiéndose ser el Tony Lugano que maneja la mafia de México) se entera de que en una delegación está un hombre diciendo que el es Tony. Así, el mundo de ficción de Correa y la realidad ya instaurada por el narrador (que es obviamente omnisciente y capaz de focalizar internamente a todos sus personajes sin ningún problema) se encuentran a través de estos personajes.Eran demasiadas las exageraciones y las incongruencias que saltaban de aquella historia para tragársela. Correa comprendió que la mezcla de temor y respeto que había mantenido tranquilos a sus compañeros de encierro decrecía conforme la luz avanzaba (…) En aquellas circunstancias sólo un milagro los podía detener y el milagro ocurrió: una voz, como de Zeus tronante, atravesó la celda: ¡Tony Lugano! ¡A la reja! Todos quedaron paralizados: el más sorprendido fue Correa. (…)Señor, dijo Correa cuando salió del pasmo, no soy Tony Lugano, sólo aproveché la confusión para evadirme de la cárcel; pero… Roque lo traspasó con la mirada (…) (71- 73)Es entonces cuando se desdobla un nuevo carácter: el marinero Pablo Jofer “un marinero obsesionado con el sexo para quien la vida solo tenía sentido por escribirse con V(…)”, personalidad nuevamente inventada por Correa pero que adquirirá una nueva función en la unidad narrativa.El odio de Roque hacia Tony se fundamenta en la anécdota de la madre postiza: Tony se atrevió a arrebatarle a esa mujer (bailarina exótica, para mayor información) justo cuando el otro la había adoptado ya como su madre. Roque se contempla doblemente huérfano y por años (20 exactamente) alimenta su odio, vive de él. Cuando finalmente se encuentra con Pablo Jofer (Benito Correa) se ve reflejado en su historia. Gracias a que, por intuición o por suerte, la historia que Correa supo inventar acerca de Tony y Roque coincidía exactamente con la realidad, pudo caracterizar en Pablo todo lo que sabía que Roque estaba buscando: un doble, pero esta vez un doble idéntico, alguien con quien identificarse.El problema de los dobles en esta novela entraña un problema mucho más profundo que la confusión o la fractalidad: el de la identidad pérdida o, para ser más exacta, el de la identidad inexistente. Este problema esta directamente relacionado, creo yo, con una forma particular de concebir el mundo en donde lo que importa no es quien sino que: el individuo queda supeditado a las circunstancias. A un lado quedan los procedimientos, o las argucias que deban emplearse, es todo o nada, todo y nada… todo por nada.Finalmente, si de la Borbolla no se enredó en su propia trampa estructural fue porque supo establecer con precisión el motivo que conexionaría su texto: el odio. En “la novela ucrónica del narcotráfico mexicano”, como algunos críticos la han denominado, curiosamente lo que mueve a los personajes principales no es la sed de poder, sino el más puro y genuino odio.


BIBLIOGRAFÍA DE LA BORBOLLA, Oscar (1998) La vida de un muerto, México: Patria Cultural (Plaza Mayor).

GORDON, Samuel (1989) El tiempo en el cuento hispanoamericano. Antología de ficción y crítica, México: UNAM (Biblioteca de letras).

El mito del Doppelgänger, El Nacional.


MARÍN, Jorge El doble como recurso literario en Un rincón feliz

Asalto al infierno, por Marco Antonio Cuevas Campuzano



Por Marco Antonio Cuevas Campuzano

Hablemos de la realidad: El mundo, tal y como es concebido individualmente, se basta para plantear situaciones cuya observación minuciosa da pie a la construcción de eslabones que, entrelazados, dotan a un periodista de la materia prima para la realización de reportajes extraordinarios que desafían el prejuicio establecido de la lógica. El mundo real es así: absurdo, relativo, ambiguo e ilógico (claro, salvo las excepciones inmersas en la abstracción de las leyes indiscutibles de la física, la matemática, la química, la astronomía, etcétera).Para el periodista Óscar de la Borbolla (1966), la transgresión que realiza de la realidad para insertar en ella quimeras que sin embargo guardan un prurito de proporción con la misma, es un acto consciente que busca a toda costa una reacción de un público que al mismo tiempo se refleja y está contenido en estos escritos.El germen de esta obra se encuentra en una palabra que el autor utiliza para referirse a "un mundo paralelo a éste, un territorio donde cualquier cosa es posible": la ucronía. Y la esencia de esta palabra es, a su vez, referencia directa de una denuncia, personal primero, y después colectiva, contra los medios masivos de comunicación; esos gigantescos generadores de violencia, crimen y falsas palabras. Entonces, lo que el periodista pretende es "destruir la realidad, esa realidad que en nuestro tiempo es la única que propiamente existe"; es decir, combatir, por medio del reclamo y la crítica, la mentira y el decorado que parecen ser los únicos patrones de medida para las relaciones, pragmáticas y banales, de los seres humanos en sociedad. Así, la ucronía es el conducto por el cual el periodista ejerce su derecho de libertad de pensamiento y de palabra, y es el método por él revelado como vocación profesional y que ha dado sentido a su vida... Pero en los hombres se deben juzgar las acciones, los hechos, y no la ideología o las palabras.Las ucronías que constituyen Asalto al Infierno observan gran semejanza con la columna periodística, en lo referente al preámbulo que Óscar de la Borbolla hace para introducir al lector en su relato. Y mientras las historias se debaten, fantaseando, en el perímetro de la realidad, la virtud de la ucronía se halla en el terreno de la originalidad para plantear la cuestión del paradigma de un mundo que destruye por completo el tiempo y el espacio verdadero y los vuelve inverosímiles.El autor se apoya en un tono de reflexión constante que nos conmina a desligarnos del mundo concreto para instalarnos, de una buena vez, en el trajín de un universo de imaginería superflua. Una constante en las historias de Óscar de la Borbolla es que lo ilógico adquiere coherencia de manera muy natural. Pero todo lo que aparentan ser las ucronías lleva un trasfondo propio, el cual, para ser descifrado, requiere de leer entre líneas.Al leer Asalto al Infierno, se tiene la viva sensación de haber sido testigo de las aventuras de un personaje de historieta de dibujos animados, al que todo termina saliéndole, si no conforme a lo planeado, de cualquier modo bien. El alto grado de insolencia y humor negro de estas historias provoca una irascible reacción en el lector, pues lo que soportamos con mayor dificultad es vernos inmersos en un juicio a nuestra propia persona, y cada hoja de este libro se esmera en juzgar a quien lo lee. No será extraño escuchar reproches para el periodista por esa pretendida pose de sabelotodo impertinente que se esfuerza en plasmar en cada frase u oración. Sin embargo, y a pesar de que los medios hagan dudar de la infalibilidad del fin, para encarar esa ardua labor de denuncia pública, no basta con describir al hombre mediante el uso de metáforas y analogías: es menester explicarlo y arrancar de una buena vez ese falso pudor que no nos permite referirnos con "la forma llana del lenguaje" a los actos más profundos, sencillos, tiernos o afectuosos de la naturaleza humana. La imposición de unos "giros poéticos" para encubrir la verdad en las palabras (y en donde lo artístico no tiene nada que ver), es una manera más de mantener el decorado en la comunicación humana.



Fuente: La Jornada Semanal, México 9 de julio de 2000.

Las vocales malditas, por Cristina Rivera Garza


Las poéticas de la O


Por Cristina Rivera Garza


Es difícil iniciar cualquier ensayo alrededor de la O sin pensar, aunque sea de pasada, en Historia de O, esa singular y singularmente bien escrita novela erótica que publicara, para escándalo de muchos, la francesa Pauline Reage (bajo seudónimo). Es igualmente difícil esquivar aquel maravilloso párrafo de La Puerta del Sol, del novelista y crítico libanés Elías Khoury: “Así que quieres el inicio. En el inicio no decían “Había una vez”, decían otra cosa.En el inicio decían: “Había una vez, érase que se era —o que no se era”. ¿Sabes por qué decían eso? Cuando leí esta expresión por primera vez en un libro de literatura árabe, me sorprendió. Porque, en el inicio, no mentían. No sabían nada, pero no mentían. Dejaban las cosas vagas, prefiriendo usar esa O que hace que las cosas que eran parezcan como si no fueran, y las cosas que no eran como si fueran. De esa manera se coloca a la historia en el mismo nivel que la vida, porque el cuento es una vida que no pasó, y la vida es un cuento que no se contó.”La O es una vocal que se presta al juego y al equívoco y, sobre todo, a la divergencia. Pasar por su aro (de preferencia en llamas) o conocerla “por lo redondo”, como el legendario rapaz lopezvelardiano, son cosas más bien complejas. Como las otras vocales, la O cuenta también, pues, con su semántica y, si le exageramos un poco, hasta con su política. Christian Bök y Oscar de la Borbolla, quienes les han dedicado libros a todas y cada una de las vocales en dos idiomas distintos, han llegado —acaso naturalmente— a poéticas de la O que apuntan a mapas humanos si no meramente opuestos, sí al menos de alto contraste.Y pongo el naturalmente en dubitativas itálicas porque no sé si estas nociones divergentes le correspondan de manera orgánica al inglés canadiense de Bök, el poeta experimental, o al español mexicano del narrador y filósofo De la Borbolla. Pero mientras la O de Bök es, como hace bien en notar Marjorie Perloff en “The Oulipo Factor. The Procedural Poetics of Christian Bök and Caroline Bergvall”, solemne y escolar, centrada en libros (books) y en figuras de poder universitario (provost) y en edificios bien establecidos (dorms); la O de De la Borbolla salta locuaz en una escena de sanatorio mental donde queda bien claro que “los locos somos otro cosmos”. Difícil colegir de inmediato si esta divergencia es, pues, producto de los temperamentos personales de los escritores o resultado, más bien, de lo que un idioma puede hacer —o no hace— con una vocal.Todo parece indicar que el 2001 fue un buen año para las vocales. Fue entonces que una editorial canadiense publicó Eunoia, de Christian Bök, y que la editorial Patria, en México, volvió en manos del público lector Las vocales malditas de Oscar de la Borbolla, un libro que Joaquín Mortiz publicara en 1991 y que, en publicación del autor, viera la primera luz en 1988. Eunoia, como el mismo Bök aclara, es la palabra más corta que, en inglés, contiene todas las vocales. Su significado es “pensamiento hermoso”.Nada podría estar más lejos del adjetivo “malditas” que en femenino y en plural (¿puede existir algo más marginal o digno de sospecha que esos dos vocablos juntos?) califica a las vocales de De la Borbolla. Tal vez desde ahí nace ya la diferencia de ruta entre dos textos que parten de reglas similares. Tal como el de De la Borbolla, el libro de Bök está formado por lipogramas, es decir, por textos en los que el autor ha omitido sistemáticamente una letra o, como en estos dos casos, varias vocales para dejar sólo una en uso.Guiándose por el gran principio oulipiano de que “el texto escrito de acuerdo a una limitación describe esa limitación”, tanto Bök como De la Borbolla compusieron, pues, textos univocálicos que han sido generalmente bien recibidos por la crítica de sus países de origen (al canadiense, de hecho, le valieron un prestigioso premio nacional de poesía otorgado en 2002). El mexicano llama “cuentos” a estos textos; el poeta experimental los denomina “poemas”.Además de remitir a destinos exóticos, la A de Bök dirige la atención a cercos del poder establecidos a través de la gramática (grammar) o la ley (law) o la prohibición (ban), salvaguardados por Marx o Marat o Kafka. La E, en cambio, es más suave (genteel), y la I (light) ligerísima. En la U, la vocal altisonante del inglés que la incluye en vocablos que es mejor no mencionar en voz alta en público, van a parar no sólo el esperable Ubu de Jarry, sino también la verdad (truth). Por otra parte, la A de De la Borbolla nos lleva directo al pecado y la carnalidad.En “Cantata a Satanás” una de las primeras palabras es el verbo amar. Contrario a la gentileza de la E del inglés canadiense, con la E del español mexicano, el rebelde se vuelve hereje porque es aquí que brota la ley y el regente. La I no es ligera sino triste (gris) y hasta exótica (I Ching) aunque Mimi ande sin bikini. Y tal vez aquí valdría la pena hacer una pausa para incluir al gran señor de las vocales en México: Cri Cri. De la Borbolla no siguió las mismas reglas para la U y acaso por eso fueran a parar ahí el vudú y el gurú.El contraste más obvio entre los alcances semánticos de las vocales en el español y el inglés emerge, sin embargo, alrededor de la O: la O que, en inglés, adquiere el tono grave de la solemnidad y se reconcentra en el saber de los libros y el poder de los rectores universitarios, y que, en el español de México, nos lleva directamente al mundo de la locura y del relajo. Ahí está, entero, ese érase que se era —o que no se era, del que hablaba Khoury.Es cierto que por su hueco pasan el dolor y el horror pero, por una vez, mientras llegan al otro lado de la realidad, también parecen olorosos olmos hondos.
Fuente: Milenio / México, 20 de enero de 2009.

Conferencia de María Emilia Chávez Lara




Óscar de la Borbolla y sus travesías por Serendipia: de la refutación literaria a la ucronía

Por María Emilia Chávez Lara

Si empezara a decirlo con fantasmasde palabras y engaños, al azar,llegaría, temblando de sorpresa,a inventar la verdad…Xavier Villaurrutia
Al físico alemán Albert Einstein se le atribuye la frase: “El azar no existe; Dios no juega a los dados con el universo.” Puedo contravenir esta afirmación.La isla de Ceilán, hoy Sri Lanka, fue conocida hace muchos años como el reino de Serendip. En 1557 el escritor italiano Christoforo Armeno escribió un cuento sobre tres hermanos que hacían, sin proponérselo, descubrimientos afortunados. Ese relato fue conocido más tarde bajo el título “Los tres príncipes de Serendip”, aunque en ocasiones se distorsiona su autoría. Una de las personas que leyó el cuento de Christoforo Armeno fue el escritor Horace Walpole -autor de El Castillo de Otranto-, y disfrutó tanto la historia que, en 1754, inventó la palabra serendipia1. Walpole utilizó el nuevo término para referirse a encuentros felices que se logran en parte por casualidad, en parte por prestar atención a pequeños detalles.Después de Walpole nadie más utilizó la palabra serendipia hasta mediados del siglo XX. Quienes la retomaron fueron, en su mayoría, científicos para referirse a descubrimientos accidentales originados por el azar. Por ejemplo, se cuenta que Isaac Newton descubrió la gravitación al ver caer una manzana. Fue sin querer que Alexander Fleming descubrió la penicilina cuando por accidente contaminó un cultivo, o Niels Bohr descifró la estructura del átomo después de soñarlo. Gracias a la serendipia, los laboratorios 3M se volvieron millonarios al descuidar su producción de pegamento: los responsables del control de calidad olvidaron añadir un componente durante el proceso de fabricación y tuvieron como resultado un adhesivo de baja calidad que más tarde fue utilizado en los famosos papelitos para notas adhesivas Post-it.Las definiciones que algunos diccionarios de lengua inglesa dan para la palabra serendipia son: “… la ocurrencia y el desarrollo de eventos fortuitos en un modo feliz o beneficioso”2; “…cuando por accidente se realizan descubrimientos interesantes o valiosos”3. El vocablo no se incluye en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, pero Manuel Seco, en su Diccionario del Español Actual , da esta definición: “…facultad de hacer un descubrimiento o un hallazgo afortunado de manera accidental”. Para entender mejor la serendipia podemos decir que se parece a la chiripa, definida como una “casualidad favorable”. En resumen, serendipia es la ciencia del azar.Fue una serendipia la que me llevó, hace quince años, hasta un libro titulado El amor es de clase de Óscar de la Borbolla (Ciudad de México, fecha de nacimiento incierta), que más tarde sería reeditado como Dios sí juega a los dados. En este libro leí el cuento “Las esquinas del azar”4. En el relato dos teléfonos suenan al mismo tiempo, los respectivos dueños (un pintor y una abogada), sin conocerse el uno al otro, responden al llamado y se desarrolla un diálogo parecido a este:-Bueno-Bueno-Sí, ¿con quién quiere hablar?-¿Cómo que con quién quiero hablar si mi teléfono acaba de sonar?-Pues a mí me ha ocurrido lo mismo, las líneas deben estar descompuestas.A partir de ese momento las líneas telefónicas se cruzan de manera intermitente, sin un patrón definido, y los protagonistas de la historia entablan una amistad virtual. Se dan cuenta, tiempo después, de que hay una persona que siempre encuentran en la calle, vayan a donde vayan y, lo que es peor, que esa mujer, que ese hombre, es el amigo telefónico. Asustados, deciden recluirse y desconectar los aparatos, pero descubren que están enamorados. Salen a buscarse y nunca más se encuentran.En el mismo libro encontré otro cuento que me asombró por su formato: “El paraguas de Wittgenstein”, en el que el autor suma lo lógico con lo incierto. Al igual que el filósofo austriaco Ludwing Wittgenstein, De la Borbolla estructura su texto en párrafos que van de lo general a lo particular, al tiempo que explora todas las posibilidades de un momento.Con base en teorías filosóficas, De la Borbolla da forma a sus relatos para después experimentar con teorías científicas. El autor se dirige hacia las fronteras, hacia lo que está por descubrirse, a los límites de lo que ocurrirá en un futuro cercano. Fue así como me enteré de que bajo la racionalidad se esconde el azar. Y no hablo sólo de la ficción: tras la disposición de cada átomo del universo que muestra cierto grado de organización, existe una medida de incertidumbre y desorden, hay entropía. Si el mundo funciona se debe a que, en promedio, el orden es mayor al caos.Las estructuras con las que De la Borbolla experimenta, sin embargo, están lejos de la anarquía. Se requiere maestría para lograr textos que se desmientan a sí mismos, para llegar a la refutación literaria que el autor muestra en sus tres novelas: Todo está permitido, Nada es para tanto y La vida de un muerto. En estos textos se descubren varios niveles de ficción: líneas que desmienten a las anteriores y que, en palabras de De la Borbolla, transforman al lector en un “cómplice desconcertado”. La refutación literaria hace que el receptor descubra que lo que imaginó no pudo ocurrir como se le ha contado.Para desmentir un texto se necesita verosimilitud tanto en la parte negada como en aquella que impugna. La veracidad no importa porque, finalmente, la mentira es más eficaz. El propio De la Borbolla cita a Francis Bacon cuando afirma que la única verdad que los seres humanos creemos es la que deseamos. Como dice Hans-Georg Gadamer en su obra Teoría y método, la lectura es un proceso de interioridad, la interpretación de un texto se define por las circunstancias propias del lector; la comprensión viene acompañada de los prejucios personales –esos mismos prejuicios que De la Borbolla critica por ser enemigos del conocimiento. Gadamer toma ideas de Heidegger para explicar que la interpretación de un texto se empaña por las expectativas del significado, contrarias a lo que el texto significa “de otra forma”.Así que De la Borbolla deja a un lado la “verdad” para construir nuevos mundos, para construir lugares fuera del tiempo. Toma del filósofo francés Charles Renouvier el concepto de Ucronía, la historia que pudo ser, la historia alterna, aquella que daría como resultado otra realidad, las posibilidades del pasado.Durante varios años, en distintos periódicos de la Ciudad de México, De la Borbolla publicó –bajo la apariencia de reportajes y artículos periodísticos- una serie de ucronías con alevosía y ventaja. Se dedicó a provocar, encandalizar y engañar lectores mientras jugaba con la veracidad del periodismo y la verosimilitud de la ficción. Él mismo reconoce que el peso que da el formato de un diario no es el mismo que el de un libro. Es conocido el episodio en el que la Real Academia de la Lengua Española, tras la publicación de “Los males del castellano” en el diario El País –ucronía en la que el médico Leonardo Zúñiga expone argumentos científicos para asegurar que hablar español causa cáncer de garganta debido a la colocación de los fonemas-, intentó demandar al imaginario galeno. De la Borbolla se complace en estas fechorías y demuestra que la literatura es provocación, seducción, deseo. Si seducir un amor es asunto difícil, seducir a un lector lo es mucho más. Como señala Jean Baudrillard: “La seducción no es deseo, sino lo que juega con el deseo y se burla del deseo. Lo que eclipsa el deseo, le hace surgir y desaparecer, levanta las apariencias delante de él para precipitarle a su propio fin”.5Cual alquimista, el autor busca la fórmula de la vida eterna. Bajo el lema “prohibido morir”, De la Borbolla quiere corregir la realidad, transfigurarla. En el “Manifiesto Ucrónico” llama a aquellos que:se rasgan el vientre con un puñal japonés, se levantan el capacete del cuero cabelludo de un balazo, se arrojan al precipicio de un puente, se empastillan con cianuro, se amarran al cuello una piedra que florece en ondas sobre la espantada superficie de un lago, se tiran a la cama de una habitación perfumada con gas, se serruchan las muñecas en un baño público, se rocían de gasolina en un bosque donde se prohíben las fogatas o inauguran una desviación hacia el paisaje abierto de la barranca, o saltan al fondo del alcohol o al fondo del opio o al fondo de un recuerdo o al fondo de un libro que vale más que la vida diaria que se desperdicia.6Convoca a manifestarse en contra “del dolor y de la muerte, de la escasez de oportunidades y la falta de libertad para poder tener muchas vidas distintas y no estar asfixiados por ninguna”.7El ucrónico utiliza, en palabras de Baudrillard, la “estrategia de la ausencia, de la esquiva, de la metamorfosis”, consistente en la “virtualidad de sustitución ilimitada, de encadenamiento sin referencia. Desconcertar, colocar trampas que dispersen las evidencias, que dispersen el orden de las cosas y el orden de lo real…”.8 Asegura que “nadie puede tachar de utópica una salida en la que no haya empeñado todas sus fuerzas” y proclama: “¡Por el triunfo de la vida y la ampliación de la esperanza!/¡Por la instauración de un mundo nuevo!/¡Por la posibilidad total de lo imposible!/¡Por la destrucción de la realidad!/¡PROHIBIDO MORIR!”Igual que los textos de De la Borbolla, la muerte se desmiente a si misma con la vida (aunque también sucede a la inversa). Para desafiar a la natural muerte, De la Borbolla se vale de un elemento no natural: el lenguaje. Utiliza la imagen de los “extraños ideogramas” que son las palabras y los números de manera lúdica: “Y ahí estaba ella, también haciendo operaciones matemáticas con sus compañeros de trabajo, pues el esbelto bailarín parecía un 1, el guitarrista, pierna cruzada, un 4, el cantinero bebe cerveza, un 6, y Laura, acinturada como un 8…”.9A partir del lenguaje, De la Borbolla otorga otros atributos a sus historias. Recorta oraciones para dar velocidad como en la novela Todo está permitido: “Me ha costado un dineral cebarme así que aguántate”, le dice el jefe panzón a su joven secretaria al tiempo que la penetra. “Me ha costado un dineral cebarme así, así que aguántate” sería la oración completa, más lenta y que restaría poder de seducción:Un juego de palabras siempre es un desafío, y aludir a la seducción en una era triunfante de producción apareja también un desafío teórico. El desafío, y no el deseo, aparece en el corazón de la seducción. Es aquello a lo que no se puede dejar de responder, mientras que sí es posible no responder al deseo. Nos arrastra más allá de cualquier contrato, más allá de la ley del cambio, más allá de las equivalencias, en una puja que puede no tener fin. El desafío, la seducción, son lo que, mucho más que el principio del placer, nos arrastran más allá del principio de realidad.10La seducción implica discursos, palabras y deseos. Como afirma Rudyard Kipling: las palabras son la droga más poderosa de la humanidad.Todos los experimentos de De la Borbolla se concentran en la novela La vida de un muerto. El mismo autor califica su obra como una “novela total”, en la que se incluye al lector como activo creador. Con un personaje “experto en asumir los papeles que la suerte le ofrece” y a quien el azar ha llevado hasta la muerte, el autor consigue que nos identifiquemos afectivamente con su personaje:…el hecho de anexar una actitud simpática o amorosa respecto a una vida vivenciada empáticamente, es decir, el concepto de simpatía, o sentimiento participado explicado y comprendido de una manera consecuente, destruye radicalmente el principio puramente expresivo: el acontecer artístico de la obra adquiere una apariencia totalmente nueva, se desarrolla en un sentido muy diferente, y la simpatía pura en tanto que momento abstracto de este acontecer viene a ser sólo uno de los momentos, y además un momento extraestético...11Buscamos claves de nosotros mismos a través de nuestros afectos, y Benito Correa, personaje central de la novela es, en este sentido, un espejo. Correa es una especie de héroe que adopta varias vidas –parte del pliego petitorio ucrónico- para responder a la pregunta que siempre se ha hecho la humanidad: ¿para qué la muerte? Correa es un burócrata maltratado hasta por su esposa, pero también es el marinero Pablo Jofer y el narcotraficante Tony Lugano: “El deseo de gloria organiza la vida del héroe ingenuo y también organiza el relato de su vida: enaltecimiento. La aspiración de gloria es un reconocerse dentro de la humanidad cultural de la historia (o de la nación), y un afirmar y construir su vida”.12Pese a su formación como filósofo, De la Borbolla va en contra de su gremio que sólo ve muerte alrededor: filósofos del absurdo. En La vida de un muerto hace que un mismo personaje tenga vidas distintas para ir en contra de la muerte, a pesar de la muerte misma. Navega entre el texto que se desmiente a sí mismo y la ficción fuera del tiempo, la ucronía, que se convierte en realidad. Narra, además de la historia “real”, la historia posible, ucrónica, la que pudo suceder y no sucedió; descubre lo posible en lo falso, crea escenarios conocidos para llegar a parajes nunca antes vistos, y explora la difusa frontera que separa ficción de realidad. Todo con tal de encontrar el sentido de la vida, de dirigirse hacia él.Cuando Dios juega a los dados hace trampa; De la Borbolla también: experimenta con el lenguaje “para denunciar su presencia intrusa”, escribe “un mundo para suplantar este mundo” porque la realidad lo defrauda. Para demostrar, como diría Jaime Sabines, que “solo la vida existe”.En La vida de un muerto hay ucronía, porque incluye todas las formas de existencia que un personaje puede adoptar. Hay refutación literaria en el momento en que comprendemos que la historia que hemos dado por cierta, es falsa. Hay juegos con el lenguaje que dan velocidad y juegos con los ideogramas que forman las letras. Benito Correa va en contra de la muerte, en el preciso momento en el que le toca morir.Después de mi primer encuentro con la literatura de Óscar de la Borbolla, no paré hasta leer todo lo que tenía publicado hasta ese momento. Tendría yo 17 años cuando mi madre –que conocía bien mi fascinación por la literatura ucrónica– me dio una sorpresa: había conocido a De la Borbolla, le había hablado de mí y él, muy amablemente, me envió un mensaje que dice lo siguiente: “Yo soy Óscar de la Borbolla y conocí a tu mamá de un modo extraño. Me encantó saber que me lees, ojalá un día más extraño aún podamos conocernos.”Emocionada doblé el papel que acababa de recibir y lo guardé en las páginas de El amor es de clase. A partir de ese momento, como en “Las esquinas del azar”, comencé a encontrar al escritor en varios puntos de la Ciudad de México: en Polanco, en la colonia Roma y en la Condesa, en el Centro Histórico, en Ciudad Universitaria. Me avergonzaba profundamente acercarme a él y confesarle mi admiración. En alguna ocasión, incluso, asistí a la presentación de uno de sus libros y no me atreví a pedir que firmara mi ejemplar. Estaba segura que, de acercarme a él, no tendría nada que decirle.Hasta que un día, por fin, se me ocurrió la solución: guardaría la nota en mi cartera y la próxima vez que encontrar a De la Borbolla en la calle lo abordaría so pretexto de que tenía un mensaje suyo. Pero, ¿qué pasaría si perdía o me robaban la billetera? Decidí fotocopiar el recado y volver a guardar el original en las páginas de los cuentos. Entonces sucedió: dejé de toparme con De la Borbolla.Pasó el tiempo y pensé en la absurda idea de jugar a los dados con Dios. Pensé en hacerle trampa. Mi idea era armar un escenario que pareciera casual. Nadie, ni Dios mismo, descubrirían que estaba todo perfectamente planeado. Tenía que toparme “azarosamente” con De la Borbolla y entregarle el mensaje que me había mandado hace tantos años. Estaba decidida: sería peor para la realidad si no dejaba que el encuentro que yo imaginaba sucediera. Suscribiría el “Manifiesto ucrónico” con tal de vivir la vida que deseo. No tomé en cuenta el principio de incertidumbre formulado por el físico alemán Werner Karl Heinsenberg, quien aseguraba que siempre existe una variable de indeterminación.Antes de que lograra siquiera planear alguna artimaña para conseguir que el encuentro que anhelaba con el escritor ocurriera, Dios hizo trampa. Una tarde, mientras escribía este texto, sonó mi teléfono, respondí y del otro lado de la línea escuché una voz masculina que decía: “Hola, soy Óscar De la Borbolla, me enteré que escribes algo sobre mí, que tienes un mensaje que te mandé hace años, y quiero invitarte a tomar un café para que platiquemos”. Mi primer pensamiento fue que alguien me jugaba una broma, pero mi interlocutor insistió tanto en ser el escritor, que acepté la invitación.Aún faltaba la parte más difícil, porque, como pregunta De la Borbolla:¿Cómo se encuentran los que se buscan? Los que no se buscan se encuentran por casualidad: la suerte los hace coincidir en una esquina o los reúne en un elevador: los pone a cada uno en una ruta que en apariencia no contempla cruzarse con la otra; pero que avanza fatalmente para desembocar en el sitio y en el instante al que llegan puntuales los que no se buscan: nadie podrá explicar jamás la demora o la vuelta impensada que nos arroja al llamado encuentro inesperado. Los que se buscan, en cambio, tienen que ponerse de acuerdo: conciertan una cita, revisan su agenda, proponen un punto para la reunión y hacen todo lo conducente para acudir a tiempo. Los que se buscan sustituyen el azar por la voluntad y sólo cuando las cosas salen de maravilla consiguen encontrarse.13Mi encuentro azaroso, aunque prefabricado se había arruinado. Perdí la partida.Dice Italo Calvino que, en cada historia, sólo hay dos finales posibles: el que ratifica la vida y el que profundiza en el sentido de la muerte. La literatura de Óscar de la Borbolla ratifica la vida como azar.
BIBLIOGRAFÍABajtín, M. M., Estética de la creación verbal, México, Siglo XXI, 2005.Baquero Goyanes, Mariano, Estructuras de la novela actual, Madrid, Castalia, 2001.Baudrillard, Jean, El otro por sí mismo, Barcelona, Anagrama, 1997.

Entrevista con Ana María Longi



“No escribo para ganarme la vida, sino para que mi vida tenga sentido”


Con natural desenfado, Oscar de la Borbolla, comentó dentro de las instalaciones de Unomásuno, que los humanistas no necesariamente terminan convirtiéndose en escritores. “De hecho, muchos no hacen una carrera o no la terminan. El caso más claro es García Márquez, abogado, inconcluso. Los que estudian literatura no dudo que lo hagan con esa ambición, sin embargo, por paradójico que resulte, más que volverse escritores, se vuelven críticos o peor aún, maestros de literatura”, aseveró el autor de Las vocales malditas.

El filósofo y creador literario más revolucionarios del siglo XX, calificado por los críticos como poseedor de un estilo descarnado y profundamente elegante, agregó: “Yo estudié filosofía porque andaba preocupado por la muerte, el sentido de la vida, y además, porque en mi tiempo, (entré a la Facultad en 1969) se creía que el Marxismo, eran las armas teóricas para cambiar el mundo. Desde niño me gustó escribir, porque desde niño leía, y eso lo hacía y lo sigo haciendo, no para ganarme la vida, sino para que mi vida tenga sentido”.

Mientras fuma un cigarro -que jamás prendió-, continuó: “He publicado 23 libros. Eso ya es un cuento muy largo. Algunos recordarán “Las vocales malditas”, o mis novelas “Nada es para tanto” y “Todo está permitido”, cuando todavía y espero que nunca llegue a tener la vanidad de Octavio Paz y piense que quien no recuerda toda mi bibliografía, es una persona inculta.

En cada libro he puesto siempre lo que se me ha dado la gana, sin reparar en infracciones que pudieran cometerse contra la moral, la política, e inclusive la verdad. Pues, concibo mi oficio como un ejercicio absolutamente libre que no respeta más autoridad que la del autor. No creo llegar a tener problemas por lo que escribo y no porque no contenga una buena dosis de subversión y crítica; pero estoy a salvo, porque a quienes critico son tan analfabetas como Vicente Fox.

¿En qué generación se le podría ubicar y qué tipo de lectores fueron los que buscaron más sus libros y sus columnas periodísticas? Se dijo, alguna vez, que sus libros, por su desenfado, gustaban mucho al mundo joven universitario, por poner un ejemplo, que molestaba a algunos facultativos rigurosos, a pesar de contar con el aprecio del Maestro Eduardo Nicol, uno de los pocos filósofos de la Facultad.

“No pertenezco a ninguna generación, y menos a algún grupo. Odio las mafias, los equipos de alpinismo literario, las sectas que veneran a un gurú; y además, creo escribir unas cosas raras que resultan inclasificables. Ni siquiera me parezco a mí mismo, y es verdad. Quienes están más dispuestos a adentrarse en la aventura literaria que propongo, son los jóvenes, aunque esto no excluye a muchos profesores de literatura, que al margen de su edad, continúan abiertos a nuevas propuestas. Quizá el más respetable estudioso de la literatura latinoamericana sea Julio Ortega, ó Alexis Márquez. De ambos tengo espléndidas reseñas, de mi obra. Y no puedo olvidar a quien sin lugar a dudas es la máxima autoridad en retórica y poética en México, y en el mundo de habla hispana: Helena Beristáin, con quien también me vincula una profundísima amistad”.


Los escritores que se reúnen en la colonia Condesa, afirman que sus libros no tienen edad, que por eso gustan y convencen a la gente de ayer y de hoy. ¿Podría aclararnos este concepto?

“En primer lugar agradezco esta opinión y me gusta. Pues alude algo que siempre me he propuesto. No escribir para una clase social, para un género, para una época, sino para una actitud: La actitud de rebeldía, de inconformidad, de curiosidad y de duda, que tienen los jóvenes”.

Como ciudadano, ¿qué le gusta y qué le enoja de su país. ¿Cómo escritor existe algo que lo descompense, lo moleste y hasta lo ofenda?

“Como ciudadano y como escritor, me molesta lo mismo: La corrupción. La corrupción que es la misma en la política que en las letras. Los burócratas de primer nivel ponen en los puestos que dependen de ellos, a sus compadres y a sus queridas, o a sus comadres y a sus queridos, y pasa exactamente lo mismo en la literatura nacional”.


El boom literario

Como escritor joven no se le puede colocar dentro del llamado Boom Latinoamericano, ni tampoco muy alejado de esta turbulencia literaria. No obstante, su ubicación un tanto independiente, nos hace suponer que sus formatos como lector se contextuaron también en Norteamérica y Europa. ¿Qué nos podría comentar acerca de esas etapas un tanto alejadas a tu vida de escritor pero también muy cercanas?

“Aprecio enormemente al Boom Latinoamericano; me he maravillado con “El Otoño del Patriarca”, de García Márquez, enamorado de la Maga, de la Rayuela de Cortázar. El mismo Fuentes, con “La Muerte de Artemio Cruz”, me parece extraordinario. ¿Y cómo olvidar la divertida que me dio el Pantaleón de Vargas Llosa?. Sin embargo, como dijo el poeta Fabregué: ‘He soñado tanto, he soñado tanto, que ya no soy de aquí’. Y mis sueños, fueron empezados desde mi infancia, con autores italianos; Giovanni Papini, Curzio Malaparte, que me dejaron tan profunda huella, que posiblemente es la causa de que hoy todavía disfruto más que ninguna otra, la literatura italiana, principalmente, la de Italo Calvino. De todos ellos, he aprendido algo, y sobre todo una cosa, que cada uno tiene su propia voz, y por eso yo no dejo de buscar la mía”.


¿Cómo ha sido experiencia con las editoriales?

“Al principio tuve problemas para publicar. Me costó muchísimo trabajo. Era el tiempo de la mafia, y yo nunca estuve dispuesto a sufrir el llamado derecho de pernada. Mi primer libro Las vocales malditas, conoció la luz, a través de una edición que me costó mis ahorros. Fue edición de autor, luego, poco a poco, comencé a publicar con más facilidad, porque siempre ha habido quien quiere leerme. Me di a conocer como escritor disfrazándome de periodista. Mis historias literarias, también las disfracé de periodismo. Fue la época de las Ucronías en el antiguo Excélsior, ahí aprendí que para que el editor, Don Gustavo Durán de Huerta, me publicara, tenía que ganarme el espacio con algo sorprendente. No creo que exista un mundo de editoriales perfectas. Las editoriales publican lo que se vende. Y por eso, si queremos mejores libros, debiera haber gente con menos hambre, gente con un trabajo que le dejara tiempo libre, gente que no tuviera que embrutecerse con el futbol, con el alcohol, o con las drogas, porque no tiene más alternativa. El problema es educativo. Con una educación que en serio despertara el amor por la lectura tendríamos gente más crítica, menos dócil, más exigente y por ello, es por lo que nadie ha querido hacer una reforma profunda de la educación en México”.


¿Cómo son y como han sido las mujeres de sus historias? Se lo preguntamos porque en las presentaciones de sus libros, nunca faltaba una feminista enardecida.

“Mis personajes femeninos están lo más alejado posible del modelo Penélope. Esa mujer resignada, abnegada, fiel, que nos regaló Homero, para mí las mujeres son individuos y no puedo verlas en bloque. Lo mismo me ocurre con los hombres, y por eso, he procurado construir mujeres diferentes cada vez, pero rebeldes, libres con su sexualidad, pues pienso que mejorar el mundo depende de unos y de otros. No creo en las cuotas, porque precisamente no tomar en cuenta el mérito individual de cada quien y favorecer el que hombres y mujeres se sigan viendo como bloques…
A propósito de la feminidad, creo que es otro estereotipo. La dulzura, la fragilidad, el comedimiento, no son privativas de las mujeres ni de los hombres. Hay individuos amables y hay individuos hostiles. Esta idea del género, como bloque monolítico, puede dar provocar manifestaciones aberrantes: Mujeres que se operan los senos y que ya no pueden mantener el equilibrio, que llegan antes de que lleguen ellas, y hombres también que se operan el abdomen para meterse un fregadero y se les vean los músculos. Todo eso me da risa. Ojalá que algún día perdamos las fronteras y descubramos que no somos más que individuos”.


Su vida conyugal al lado de la hermosa escritora Beatriz Escalante es vista como ejemplar. ¿Cómo han logrado sobrevivir dentro y fuera de casa?

“Tengo la enorme suerte de haberme encontrado con un individuo quien nunca se ha quedado estacionado. Eso hace que Beatriz siempre sea nueva, pues se la pasa estudiando, se la pasa pensando, se la pasa luchando. Y no me ha permitido apoltronarme, por eso, no sólo seguimos juntos, sino que seguimos muy felices juntos. Beatriz es en el sentido más elevado de la palabra, una compañera. Y yo, procuro ser también un compañero, compartimos el pan, la literatura, las dudas, en pocas palabras, la vida”.


Fuente: Unomásuno, Sabado, 14 de junio de 2008.